La mañana había empezado intensa. Mi cuaderno ya echaba chispas. Ocurre que cuando uno empieza a dibujar necesita hacerse con el espacio y el tiempo. Así que era el momento de prestar especial atención a las protagonistas de la segunda sesión del día 21.
En esta ocasión íbamos a tener la oportunidad de disfrutar y conocer a dos mujeres apasionadas por su labor, en la que los libros y la lectura son protagonistas.
Presentadas por Adriana Betancour, comenzó la tanda Vanessa Escobar, Directora de Educación de la Fundación Secretos para contar. Verán, en este caso me voy a extender con el texto, pero es que fue una exposición densa y espectacular. A partir de las preguntas que paso a desgranar, nació esta fundación en 2004:
¿Sabes qué leen las familias del campo?, ¿sabes si tienen libros?, ¿sabes cómo estudian los niños campesinos?, ¿cómo se capacitan los docentes rurales?, ¿crees que existen buenas bibliotecas en las escuelas del campo?
Para encontrar respuestas realizaron una exploración para saber qué libros había en los hogares campesinos y descubrieron que en los hogares de la Antioquia profunda casi no existía el material impreso y por lo tanto era poco el acceso que tenían al conocimiento y a la posibilidad de acercarse al libro como objeto. También visitaron escuelas y bibliotecas, todas ellas infradotadas de buenas colecciones. En la gran mayoría de escuelas rurales solo llegaban hasta 5 grado y que los docentes recibían muy poca capacitación;
Decidieron entonces crear un proyecto educativo que pensara, escribiera y diseñara estrategias, contenidos y talleres de capacitación que atendieran a las necesidades e intereses de los habitantes del campo y les aportaran en su desarrollo individual y colectivo. Pretendían crear experiencias educativas y culturales desde la alegría, el respeto y el conocimiento para generar bienestar a los habitantes del campo colombiano.
De todo ese trabajo han nacido una miríada de recursos didácticos que entre otras cuestiones, difunde y dignifica las costumbres, trabajos y modos de vida del ámbito rural, rescatando del olvido una cantidad ingente de información que servirá a la memoria de las generaciones futuras.
Tras esa catarata de información, se presentó a Heidy Helena Mejía , una fuerza de la naturaleza a la hora de transmitir energía y conocimiento. Acompañada de su familia, a la que hace partícipe de su valiosa labor, Heidy es la mujer que está detrás de la construcción de más de 37 bibliotecas en la región Caribe y en el interior del país. A partir del trabajo voluntario y de la donación de varias instituciones, incluyendo el Ministerio de Cultura, Heidy y su grupo de trabajo han logrado la formación de cerca de 1.500 mediadores de lectura, la entrega de más de 50.000 libros y más de un centenar de aliados que han entendido el poder de la lectura para sanar a niños y familias en situación de vulnerabilidad.
A raíz de esta experiencia decidió abrir la página de Facebook Libros Libres para Todos. Con Libros Libres para Todos Heidy ha creado más de 37 bibliotecas que están, en su mayoría, en La Guajira (donde hay quince), en Atlántico (doce), en Sucre (tres), en César (cuatro), y dos bibliotecas internacionales en Lima, en Perú, que se construyeron gracias al Premio de Circulación Internacional que el Ministerio de Cultura le otorgó a través de su programa de Literatura con portafolio de estímulos; en Lima Heidy capacitó a más de 150 voluntarios.
Heidy nos recuerda que «el proyecto es una siembra a largo y mediano plazo. Los niños con los que nos relacionamos serán el día de mañana los futuros políticos, artistas, arquitectos y administradores. Lo que hacemos es para que ellos cambien y cuenten otra historia, otros finales«
Cada vez que terminaba una sesión podíamos descansar y compartir todo lo que íbamos aprendiendo durante la jornada. Además, podíamos empezar a conocer el trabajo del resto del grupo a través de los videos que se emitían en bucle en el hall del Teatro Macondo.
Y como los días dieron para mucho, durante una de las visitas más bonitas del encuentro, a la Comuna 13, de la que daremos buena cuenta en este diario, me pude fotografiar con la gran Heidy y el dibujo que acompaña estas letras. Otra prueba más de que los dibujos en cuaderno unen para siempre.
Continuará…